El marxismo, en la actualidad, ha perdido su significado político. Ciertos estudiosos descubrieron con pavor, cuando vieron a un proletario después de años de pontificar sobre él, que el sujeto en cuestión era incapaz de agradecer los beneficios que la sociedad organizada al modo marxista le proporcionaba y que sorprendentemente no se ponía de buena gana a trabajar por el bien de la sociedad del materialismo dialéctico. En vista de que todos esos intelectuales tampoco estaban por la labor de arrimar el hombro y aportar ellos el trabajo necesario las experiencias meramente voluntaristas fueron un fracaso. La nueva constatación del fiasco de la concepción rousseauniana del ser humano condujo, como casi siempre, a buscar las viejas y eficaces soluciones de Hobbes. Dado que los proletarios, en su ignorancia, no eran capaces de asumir los beneficios del marxismo éste fue impuesto por la fuerza con una eficacia fuera de toda duda. Estas experiencias están a punto de acabar en todo el mundo, pues el germen del imperialismo capitalista ha acabado por triunfar en un mundo donde ya no hay valores. ¿Todo el planeta está colonizado? No, todavía hay un grupo de resistentes que, amparados eso sí, en las comodidades de la sociedad de consumo, resisten aún y siempre al invasor. Se trata de los últimos reductos de culturilla marxista, que siguen reivindicando al Che, Castro, a las dictaduras populares etc. Se les reconoce fácilmente porque tienen tendencia a hablar con pasión de los excepcionales sistemas sanitarios o educativos de Cuba o Polonia, que permiten a sus habitantes disfrutar de una esperanza de vida y un nivel de alfabetización casi del 80% de países como España. Pero, más allá de reivindicaciones de tipo sentimental, el marxismo es hoy un cadáver político. “El eso” ha acabado siendo un muerto. Probablemente nunca fue mucho más.
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1 comentario:
Revisado - Cuarto Ciclo 2 - 14/05/2010
Más que marxismo sería comunismo.
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